Me gustan las latas de sardinas.
Suena un poco abusrda esta línea, ¿verdad?
Me explico.
Llega el verano y parece que todo tiene que ser como una escena de Alain Delon en una terraza de Roma en «A Pleno Sol».
Fotografiable.
El sentido de la vista como parte del estómago.
Que no del gusto.
O como algo más.
Y no lo critico.
Sin embargo, a veces, nos complicamos la vida de más...
... olvidando lo esencial, que no requiere mucho.
Como la belleza de algo tan simple como una lata de sardinas o de mejillones, un poco de pan, una botella de vino blanco, una sombra agradable y una buena compañía.
En fin.
Te cuento esto por lo siguiente.
Estos días escribo.
Y cuando lo hago, a veces, me complico demasiado y tengo que empezar de nuevo.
Hay una frase que de Bukowski que me marcó como escritor (y en la vida) cuando estaba en la universidad:
«Un intelectual dice algo simple de manera complicada. Un artista dice algo complicado de manera simple».
Bueno.
Nunca me he considerado ninguna de las dos cosas.
De hecho, cuando comencé a escribir —mucho antes de que los móviles frieran nuestros cerebros—, tenía claro que la atención del lector era la moneda de cambio, si quería vivir de las letras.
O de cualquier otra cosa.
Y aunque sea una de las partes más «despreciadas» de la escritura...
... es una de las disciplinas más difíciles de dominar.
Ojo, que no lo digo yo.
Desde entonces, algo cambió en mi manera de hacer las cosas.
Para siempre.
Para lo bueno y para lo malo.
«Mantenlo simple, juntaletras».
Pues eso.
Mantenlo simple.
Lo mismo les sucede a mis personajes cuando escribo sobre ellos.
El camino más corto, parece ser el más efectivo. No obstante, no siempre es el más seguro.
Y sí, estoy hablando de Rojo, el inspector de homicidios de Alicante, de cómo piensa (o pienso por él) y de la trama de «Al Rojo Vivo», la última entrega de la serie.
No es sencillo hilar una idea general en una tela de araña donde el protagonista tiene una historia personal tan socavada como el infierno de Dante.
Y ese es mi trabajo.
Mantenerlo simple, sin restar profundidad.
Que parezca fácil.
A fin de cuentas, la magia de escribir.
De momento, puedes reservarla ya:
Mientras tanto, te recomiendo ver «A Pleno Sol» (la de Alain Delon, el mejor Tom Ripley, a mi gusto).
Cuídate.
Tuyo,
Pablo.
PD: La reserva, arriba.
"De hecho, cuando comencé a escribir —mucho antes de que los móviles frieran nuestros cerebros—, tenía claro que la atención del lector era la moneda de cambio, si quería vivir de las letras." Pablo Poveda: admiro tu sentido del humor, tu estilo, y esa manera tan especial que tienes de llegar a todos. Qué verdad has dicho: nos frieron el cerebro, y continuarán de otra manera, pero lo seguirán haciendo. Gracias por tus escritos y tus novelas. Hasta pronto!